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LA TRANSFORMACIÓN EN PAREJA

  • sencillisima
  • 10 ene
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 5 días

Al contrario de lo que podríamos suponer, las parejas que tienen conflictos y se despiertan dolor mutuamente son las que tienen mayor potencial de transformación y crecimiento. No obstante, manejar tanto dolor entre dos personas no resulta tarea fácil.


Para amar a otro debemos ser capaces de ver su dolor. En un principio únicamente vemos el nuestro. Luchamos para que nuestro dolor sea tenido en cuenta y reconocido. Nos protegemos del dolor que nos despierta el otro pero tenemos serias dificultades para ver realmente a la otra persona. No se trata de empatizar en el sentido de que no consiste en pensar cómo me sentiría yo si estuviese en el lugar del otro. Se trata de ver verdaderamente qué es lo que al otro le duele aunque sea diferente de lo que me duele a mí. Por este motivo, para crear un vínculo honesto con una pareja, la comunicación resulta fundamental. Debo aclarar que no se trata de hablarlo todo sino de hablar con total honestidad y sin reproches acerca de cómo uno se siente en relación al otro. Cuidado en este punto porque puede parecer sencillo pero no lo es. Habitualmente creemos que hablamos de lo sentimos pero no es así ya que comunicamos lo que pensamos, lo que creemos que sentimos o lo que queremos que el otro crea que sentimos. El ego es muy hábil a la hora de camuflar el dolor.


El principal objetivo de la transformación de una pareja debe consistir en soltarse el uno del otro, es decir, dejar de utilizarse mutuamente para beneficios personales como por ejemplo para no estar solo o para obtener seguridad económica, hijos o reconocimiento social.


El amor en pareja se construye, pero como desconocoemos qué es realmente el amor, solemos aferrarnos al otro y llenar los vacíos emocionales con él o ella. Hace falta mucha fuerza en el corazón para ser capaz de aceptar al otro tal y como es. Habitualmente, cuando algo no nos gusta de la otra persona pretendemos que cambie y si no lo hace solemos plantearnos que quizá no es la persona adecuada para nosotros. Sin embargo, aquellas parejas que no son como nosotros queremos, esconden el mayor potencial. Amar lo que nos gusta puede resultar más sencillo, pero aprender a amar aquello que detestamos y que nos duele requiere un acto de coraje y compasión extraordinarios. La clave, como siempre, está en el dolor.


Ser capaz de ver y comprender el dolor del otro, acogiéndolo aunque me duela, requiere un entrenamiento que nos permita quedarnos y sostener eso tan desagradable que el otro nos despierta. Lo normal es huir de incontables maneras para poder sobrevivir.


El poder real consiste en ser capaz de ver mi dolor y ver también el del otro. En esencia, los seres humanos tan solo nos vemos a nosotros mismos. La pareja es la forma que tiene la vida de enseñarnos a ver al otro atravesando las proyecciones inconscientes, transitando el dolor y la incomodidad. "Te veo", decían en la película Avatar. Pero ver no es mirar a los ojos. Ver es aceptar al otro tal y como es, con sus dolores, sus sombras, su crueldad, y ser capaz de sostener el dolor, la sombra y la crueldad que el otro nos despierta a nosotros. Eso es poder ya que esa entrega supone una unión tal, que nos permite construir juntos algo más grande que nosotros mismos.


Una pareja que se ama de verdad es aquella que no se utiliza para un beneficio personal. Una pareja que se ama se suelta y se construye en circunstancias complejas porque esas dificultades les permiten conocerse, equivocarse y aprender el uno del otro. El amor real en pareja es la fuerza capaz de revolucionar pueblos y sociedades enteras. Ese tipo de vínculo se construye desde la vulnerabilidad, desde la intimidad sexual y desde la rendición que surge del placer y del dolor. No es fácil. Pero aunque no seamos conscientes de ello, todos, en el fondo de nuestro corazón, lo anhelamos.


En la misma línea, supone un acto de amor soltar un vínculo de pareja cuando ambos sienten que han completado la etapa vital que debían recorrer juntos. El momento en el que el potencial de transformación se termina porque ya han realizado su labor y ya han aprendido lo que tenían que aprender juntos, lo amoroso es despedirse de esa unión.

Solemos pensar que cuando una relación dura toda la vida es porque ha tenido éxito pero no siempre es así. La vida tiene una curiosa manera de enseñarnos y lo hace también a través de la pérdida. Soltar o perder a una persona es quizá una de las experiencias con mayor potencial de transformación. Solemos creer que lo bueno es ganar y lo malo es perder pero, cuando buscas la verdad, nada es lo que parece.

 
 
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